Déclarations / StatementsEspañolILPS 4th International Assembly, Philippines, July 7-9, 2011

Declaración General de la 4ª Asamblea Internacional de la Liga Internacional de la Lucha de los Pueblos (LILP-ILPS)

Construir un futuro brillante!  Movilizar  al  pueblo  para resistir la explotación y la opresión en medio de la depresión prolongada global, el terrorismo de estado y guerras de agresión!

La crisis capitalista mundial sigue empeorando y las amplias masas del pueblo se están levantando para resistir las duras consecuencias de la crisis y las medidas gubernamentales que les hacen cargar con el peso de la crisis.

La prolongada crisis sacó a la luz la quiebra y la podredumbre del sistema capitalista mundial. Asimismo señala la necesidad de los pueblos del mundo a que intensifiquen su lucha contra el imperialismo y la reacción local  para construir un mundo nuevo y mejor.

Persiste La Crisis Mundial

La crisis económica y financiera que se inició en el año 2008 ha  persistido y se ha convertido en una depresión global. La causa directa de la crisis ha sido la indulgencia fuera de control y no regulada de la burguesía monopolista en la especulación financiera no relacionada con la economía real. Pero la causa subyacente de la crisis es la crisis de la sobreproducción, debido a la contradicción inherente en el capitalismo entre el alto grado de socialización de la producción por un lado, y la apropiación privada por el otro.

Sin embargo,  a pesar de la crisis actual, la burguesía monopolista  sigue  cosechando ganancias al reducir aún más los ingresos y los beneficios sociales de los trabajadores y al persistir la especulación en las actividades financieras.

Los fondos públicos obtenidos de la riqueza creada por el pueblo trabajador se han utilizado para rescatar a los grandes bancos y empresas, mejorar sus balances y reactivar el mercado de valores. Pero no ha habido recuperación de la economía real y la tendencia general es la producción se estanca y  decae el empleo. Y es el pueblo trabajador que crea la riqueza de la sociedad que más sufre el desempleo y el subempleo, bajos ingresos y aumento de los precios de los productos básicos y de los servicios.

Los gobiernos están incurriendo en enorme déficit presupuestario y la deuda pública debido a los recortes de impuestos para los ricos, a los subsidios a favor de las empresas monopólicas, a los contratos caros y los rescates sin precedentes de la gran burguesía. Los gastos para la producción militar y la intervención militar y la agresión también han contribuido al aumento del déficit  y de la deuda pública.

Pero los empleados del sector público y el resto de los trabajadores han sido injustamente culpados por la llamada inflación de los salarios y los crecientes déficits públicos para justificar el saqueo de los recursos públicos engalanado como “medidas de austeridad” que además fuerza al pueblo a soportar la carga de la crisis.

Los pueblos oprimidos y explotados en el tercer mundo son los que más sufren los estragos del capitalismo monopolista en  crisis. El capital especulativo está causando que se disparase el precio de los alimentos y los combustibles, empujando a millones a la miseria más profunda. Las empresas transnacionales están desesperadamente tomando  grandes extensiones de tierras, bosques y recursos marinos para la extracción y exportación de petróleo, alimentos, minerales y otros recursos a un ritmo acelerado. Con la complicidad de los grandes terratenientes locales, los compradores y los estados clientes en África, Asia, América Latina y el Caribe, están violentamente despojando a los campesinos,  los trabajadores agrícolas, los pescadores, los pueblos indígenas, los pastores  y otras comunidades rurales de sus medios de existencia.

Entre los países oprimidos subdesarrollados y las potencias imperialistas se encuentran los países capitalistas menos desarrollados económica y financieramente, y dependientes de y a menudo subordinados al  imperialismo estadounidense, europeo y japonés. La política imperialista de la globalización neoliberal ataca a los medios de subsistencia del pueblo trabajador, de los pequeños agricultores y pequeños empresarios de estos países. El imperialismo lanza ataque intensificado sobre los derechos y las condiciones de los trabajadores, e impone la erosión de los derechos democráticos y las libertades civiles en estos países.

La globalización imperialista está acabando con la industria manufacturera, el empleo, la cultura local y está extendiendo  la degradación del medio ambiente en estos países capitalistas medianamente desarrollados. La agricultura local y la producción de alimentos son controladas por las grandes empresas agrícolas multinacionales y reestructuradas en beneficio de sus intereses de lucro mundial. Los recursos nacionales son saqueados por los monopolios multinacionales mineras, con poco beneficio para el pueblo. En algunos de estos países la clase dominante local, agentes del imperialismo, aplica las políticas neo-liberales del imperialismo.

Las luchas democráticas anti-imperialistas de los trabajadores de estos países forman parte del frente unido del mundo entero contra el imperialismo.

La crisis cada vez peor del sistema capitalista mundial está llevando a las potencias imperialistas encabezadas por los EE.UU. a aumentar la producción militar y a lanzar  guerras de agresión, de ocupación y la contrarrevolución. Los EE.UU. y sus aliados de la OTAN no tienen ningún reparo en dejar de lado las convenciones internacionales, pisotear la soberanía nacional de las naciones  y  lanzar  guerras de agresión, como aquellas contra Yugoslavia, Irak, Afganistán, Pakistán y Libia. En este tipo de guerras de agresión, así como en campañas contrarrevoluciona- rias en los países como Colombia, India, Perú, Filipinas y Turquía, donde el pueblo está librando una lucha armada revolucionaria, los EE.UU. y sus títeres locales están cometiendo los crímenes de guerra más atroces y de lesa humanidad como el genocidio, la tortura sistemática, el uso de armas nucleares, bioquímicas y otras  armas de destrucción masiva, y los ataques deliberados contra la población civil.

Los imperialistas están unidos en contra de los pueblos y naciones oprimidos y de los países que afirman la independencia nacional. Pero se vuelven cada vez más enredados en contradicciones en su lucha por un nuevo reparto del mundo. Algunos países encabezados por Rusia y China, que ahora se sienten amenazados por la cada vez más flagrante agresión de los EEUU-OTAN han formado alianzas tales como la Organización de Cooperación de Shanghái y la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva para servir como un talón a la alianza entre Estados Unidos y la OTAN.

El Pueblo Se Levanta en Resistencia

En los países imperialistas, hay malestar social generalizado debido a la alta tasa de desempleo, a la erosión de los duramente ganados beneficios sociales, al recorte de los derechos sindicales  y otros derechos democráticos y a las medidas de austeridad severas que castigan aun más al pueblo trabajador. Trabajadores, jóvenes y estudiantes, mujeres, migrantes, personas de color y otros sectores de la sociedad se están uniendo a las protestas masivas y huelgas generales.

Por otro lado, la burguesía monopolista ha estado utilizando astutamente  los medios de comunicación, las nuevas y emergentes tecnologías de comunicación, los partidos políticos burgueses y las escuelas en la propagación de las ideas anti-comunistas, y los prejuicios y suscitar el chovinismo, el sentimiento anti-inmigrantes, el racismo, la homofobia, la intolerancia religiosa, la histeria de guerra y el fascismo para dividir y engañar a la gente, promover la contrarrevolución , encubrir las verdaderas raíces de la crisis en el sistema capitalista mundial, y desviar la lucha de los pueblos revolucionarios.

Sin embargo, persisten las condiciones de crisis  y  ellas ofrecen al pueblo las oportunidades de desarrollar y fortalecer el movimiento de masas,  de  construir y fortalecer los partidos capaces de dirigir la lucha de masas para la transformación revolucionaria de la sociedad.

En los países subdesarrollados, los obreros, los campesinos, las mujeres, los jóvenes, los pueblos indígenas y otros sectores oprimidos de la sociedad que llevan muchas veces el peso de la crisis debido a la crisis mundial y sus efectos en las atrasadas economías nacionales están llevando a cabo e intensificando  las  diversas formas de lucha contra el imperialismo y las fuerzas reaccionarias locales.

En algunos países, el pueblo está librando una resistencia armada contra la agresión imperialista y la ocupación como en Irak, Afganistán, Pakistán y Palestina. También hay luchas armadas contra los sistemas dominantes reaccionarias en India, Filipinas, Colombia, Perú, Turquía y otros países. El creciente sentimiento antiimperialista de las masas en América Latina ha alentado a algunos gobiernos como los de Venezuela y Bolivia, para afirmar la soberanía nacional frente a las imposiciones de EE.UU. y las amenazas imperialistas. El movimiento anti-imperialista mundial se ha fortalecido en América Latina por la resistencia unida del pueblo de Cuba, Venezuela y Bolivia.

Los pueblos que libran las revoluciones armadas por la nueva democracia y las guerras de la liberación nacional tienen las mejores posibilidades de conquistar el poder político, sacudiéndose ellos mismos  de las cadenas de la opresión imperialista y del saqueo y establecer un estado con un carácter anti-imperialista y democrático.

Los movimientos de masas legales y los levantamientos desarmados de masas  que recientemente han sacudido los regímenes represivos pro-estadounidense en el norte de África y el Medio Oriente no puede por sí mismos cambiar el sistema de gobierno reaccionario, incluso si tienen éxito en derrocar a los autócratas o los regímenes autoritarios. Pero  ello crea las condiciones para que los partidos proletarios y los movimientos de masa progresistas  se  fortalezcan y desarrollen los factores para una transformación revolucionaria.

La persistencia de la crisis del imperialismo y de las crecientes contradicciones entre los países imperialistas crea la posibilidad de que

haya un debilitamiento general en el control imperialista sobre los países subdesarrollados. Ello puede dar más espacio a los países subdesarrollados y dependientes para afirmar su independencia nacional y allanar el camino para avanzar en los movimientos de masas democráticos  y anti-imperialistas.

Las condiciones son cada vez más favorables para los pueblos del mundo para forjar su propio destino, formar la unidad más amplia y fuerte contra el imperialismo y la reacción local y construir un mundo libre de la explotación imperialista, de la opresión y las guerras – un mundo de libertad, de igualdad, de prosperidad  y de paz.

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